En 2025, más de 1400 presos políticos permanecen en cárceles rusas.
Las personas son detenidas no solo por protestar contra la guerra en Ucrania, sino también por compartir información o incluso por utilizar la palabra «guerra», lo que puede dar lugar a acusaciones penales por motivos políticos, como «desacreditar al ejército ruso». Cualquier opinión disidente es criminalizada.
En los últimos años, cientos de miles de ciudadanos rusos y bielorrusos, muchos de ellos perseguidos, golpeados o torturados, han buscado refugio en la UE junto a los refugiados ucranianos que huyen de los horrores de la guerra.
Países como Alemania, Polonia, Francia, Lituania, la República Checa, Letonia y Estonia se han convertido en refugios clave.
España, que durante mucho tiempo ha sido un refugio para activistas de la oposición que huían de dictaduras latinoamericanas, también se ha convertido en un destino para miles de profesionales exiliados de toda Eurasia, entre ellos activistas, periodistas, blogueros y especialistas en tecnologías de la información, obligados a huir de la persecución.
Entre ellos se encuentran feministas y personas LGBTQ+, cuyo activismo está criminalizado en Rusia, donde las personas LGBTQ+ son ahora oficialmente etiquetadas como «extremistas».